Las fuentes tradicionales de iluminación, como la muy conocida lámpara incandescente y la lámpara fluorescente compacta, están siendo rápidamente sustituidas por productos a base de diodos emisores de luz (LED).
Estos presentan muchas ventajas, como son un tiempo de vida más largo, un menor consumo de energía y un menor impacto medioambiental.
Por lo tanto, muchos gobiernos han comenzado a prohibir paulatinamente las tecnologías de iluminación mas antiguas.
La gran mayoría de los LED blancos, que producen luz blanca, tienen como base un chip que emite luz azul-violeta.
La luz visible puede ocasionar daños térmicos y daños fotoquímicos en la retina.
Debido al alto nivel de brillantez de los LED, los niveles de iluminancia son potencialmente elevados, y deben ser considerados con atención. En general, los daños fotoquímicos de la retina dependen de la dosis acumulada a la cual la persona ha estado expuesta.
Lo cual puede ser el resultado de una breve exposición de alta intensidad, o también puede aparecer tras exposiciones de baja intensidad repetidas en períodos largos.
Se ha determinado que la luz azul es dañina para la retina debido al estrés oxidativo celular. Se sospecha también que la luz azul es un factor de riesgo en la degeneración macular asociada a la edad (DMLA).